El acero inoxidable debe su resistencia a la corrosión gracias a la presencia de una delgada capa protectora de óxido de cromo, por lo cual no requiere de la aplicación de protección adicional como capas de pintura o algún depósito metálico. Esta barrera protectora puede ser afectada por factores ambientales y compuestos agresivos, en lo cual debe considerarse la composición, concentración, temperatura, entre otras variables.
En comparación con el acero al carbono, el cual debe protegerse con los métodos ya mencionados, los cuales pueden ser degradados químicamente o mecánicamente, implicar costos extras adicionales a la inversión inicial de adquisición de estos materiales.
En el caso del acero inoxidable, el mantenimiento necesario para preservar su propiedad de resistencia a la corrosión es tan simple como; limpieza superficial.
La capa protectora del acero inoxidable puede ser afectada químicamente o mecánicamente, esto debido a efectos de exposición a medios ambientes agresivos (industriales y salinos marítimos), malas prácticas de manufactura en la fabricación de los sistemas de control de fluidos y el más común: Mantenimiento.
Para evitar afectaciones en el desempeño del acero inoxidable, se recomienda realizar buenas prácticas de conservación y preservación como es almacenar acero inoxidable alejado de la presencia de componentes de acero al carbono, evitar roces y contacto directo de acero inoxidable y acero al carbono en transportación, almacenamiento y prácticas de manufactura.